El cerebro tiene una reserva cognitiva que hay que mantener. A través de la capacidad de resiliencia del cerebro, esta reserva nos permite funcionar, casi sin percibir que hay cambios en nuestra conducta.
Por ejemplo, los síntomas de la enfermedad de Alzheimer aparecen, como media, 15 años después de contraerla. Y en esos 15 años deberíamos intervenir para retrasar sus efectos. Pero para eso, se debería poder diagnosticar de forma temprana, y llevar un seguimiento con chequeos anuales del cerebro.
Las últimas investigaciones sobre el mantenimiento de una actividad cerebral óptima, destacan que sólo un 11% de demencias tienen un origen patológico y un 89% es atribuible al estilo de vida. Y aunque la edad es un factor de riesgo, el aumento de las enfermedades se debe al tipo de vida que llevamos.
Esto nos lleva a plantearnos que está en nuestra mano prevenirlas. Además, hoy disponemos de tecnología en nuestros dispositivos móviles que nos pueden ayudar, ya que ellos conservan más datos de nuestra salud que nuestro médico.
El 70% de la salud general depende de la salud cerebral, y al revés, el 60% de la salud cerebral depende del estilo de vida.
Pero, ¿qué es un estilo de vida saludable? ¡Oh, sorpresa! Una nutrición adecuada, el ejercicio físico, el esfuerzo cognitivo, las relaciones sociales, mantener un nivel de estrés adecuado, la calidad del sueño y tener un propósito vital bien definido.
Y como dice el Dr. Alvaro Pascual-Leone (Investigador y catedrático de Neurología de la Universidad de Harvard): “Nunca es demasiado tarde para empezar, y nunca es demasiado pronto.”
Yolanda Lidón – Secretaria de FEVAFA