La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia, es una afección cerebral progresiva y degenerativa que afecta la memoria, el pensamiento y la conducta.
La alteración de la memoria es una característica necesaria para el diagnóstico de esta o de cualquier otro tipo de demencia. También se debe presentar cambio en una de las siguientes áreas: lenguaje, capacidad de toma de decisiones, juicio, atención y otras áreas de la función mental y la personalidad.
La velocidad de progresión es diferente para cada persona. Si la enfermedad de Alzheimer se desarrolla rápidamente, es probable que continúe progresando de la misma manera, pero si ha sido de desarrollo lento, probablemente seguirá un curso lento.
Cuanto mayor es la persona, mayor es el riesgo de desarrollar esta enfermedad, aunque no es parte del envejecimiento normal. Otro factor de riesgo común es el hecho de tener antecedentes familiares de la enfermedad.
Existen dos tipos de enfermedad de Alzheimer: de inicio temprano y de inicio tardío. En la primera, los síntomas aparecen primero antes de los 60 años, es mucho menos común y es responsable de solamente el 5 al 10% de los casos. Sin embargo, tiende a progresar rápidamente.
La causa de la enfermedad de Alzheimer no se conoce por completo, pero se cree que abarca tanto factores genéticos como ambientales.
El tejido cerebral muestra «nudos neurofibrilares» (fragmentos enrollados de proteína dentro de las neuronas que las obstruyen), «placas neuríticas» (aglomeraciones anormales de células nerviosas muertas y que están muriendo, otras células cerebrales y proteína) y «placas seniles» (áreas donde se han acumulado productos de neuronas muertas alrededor de proteínas). Aunque estos cambios ocurren en cierto grado en todos los cerebros con la edad, se presentan mucho más en los cerebros de las personas con enfermedad de Alzheimer.
La destrucción de las células nerviosas (neuronas) lleva a una disminución de los neurotransmisores (sustancias secretadas por una neurona para enviar los mensajes a otra neurona), cuyo equilibrio correcto es crítico para el cerebro.
Al causar cambios tanto estructurales como químicos en el cerebro, la enfermedad de Alzheimer parece desconectar áreas del cerebro que normalmente trabajan juntas.
Estos daños pueden haberse iniciado hasta 15 o 20 años antes de la aparición de los primeros síntomas. Es la fase que se conoce como fase preclínica. Esto ha llevado a entender el Alzheimer como una enfermedad cerebral con una larga etapa sin síntomas, seguida por un progresivo deterioro cognitivo que, finalmente, desemboca en una demencia.
Alrededor del 10% de las personas mayores de 70 años tiene problemas significativos de memoria y alrededor de la mitad de éstos son causados por la enfermedad de Alzheimer. El número de personas con esta enfermedad se duplica cada década después de los 70 años y el hecho de tener un pariente de sangre cercano que ha desarrollado la enfermedad aumenta el riesgo.
La enfermedad de Alzheimer de inicio temprano se puede presentar en familias e involucra mutaciones hereditarias autosómicas dominantes que pueden ser la causa de la enfermedad. Hasta ahora, se han identificado tres genes de aparición temprana.
La enfermedad de Alzheimer de inicio tardío, que es el tipo más común, se desarrolla en personas de 60 años o más y se cree que es menos probable que se presente en familias. La enfermedad de Alzheimer de inicio tardío puede presentarse en algunas familias, pero el papel de los genes es menos directo y definitivo. Es posible que estos genes no provoquen el problema en sí, sino que aumenten la probabilidad de formación de placas y nudos u otras patologías relacionadas con la enfermedad de Alzheimer en el cerebro.